A
pesar de que solemos pensar en la agresividad como sinónimo de gritar o
de dar muestras de mal carácter, en realidad son muchas las formas de
agresión verbal que las personas con puestos de autoridad emplean para
conseguir sus metas.
EL SARCASMO
No es por nada que al sarcasmo se le denomine la «forma más baja de ingenio».
Está pensado para menospreciar y herir al receptor, por lo general
delante de los demás, de modo que la opinión del agresor quede reforzada
por la risa o apreciación a veces embarazosa, de los demás. Hasta
cierto punto, los que escuchan algún comentario sarcástico dirigido
hacia algún colega y se unen a las risas, también están sien do
agresivos, aunque en parte la razón sea el alivio de no ser ellos mismos
las víctimas.
El sarcasmo es agresivo porque se utiliza para hacer que otra persona acate la disciplina y haga lo que desea el agresor.
Sólo la persona insegura interior mente utilizará el sarcasmo con este
fin; cualquiera que se respete a sí mismo y a los demás no necesita
descender a ese nivel. Al igual que el matón no es más que un cobarde
lleno de inseguridad, también lo es la persona que siempre trata de
salirse con la suya a través del sarcasmo. Del mismo modo, cuanto más
responda y reaccione la desafortunada víctima, más persistirá el
tormento. Hay dos formas de actuar frente al sarcasmo:
1.
No hacer nada. No reaccionar de ninguna manera. Sencillamente seguir
sentado y continuar con lo que estaba haciendo. Esto confundirá a la
persona sarcástica, que está esperando una reacción del otro, ya sea que
se moleste, se enoje, se ponga a llorar o se deprima. Cuando las cosas
no van de ese modo no sabe realmente qué hacer. Desgraciadamente, esto
no cambiará su forma de ser -sólo sabe actuar de ese modo-, pero le
parará los pies y dirigirá su sarcasmo hacia otro sitio.
2.
Si cree que no puede permanecer indiferente o que prefiere responder al
sarcasmo, sea asertivo y exprese cómo se siente. Por ejemplo: «Ha sido un comentario sarcástico, ¿por qué lo has hecho?», o «Tu sarcasmo me hace mucho daño, ¿era eso lo que pretendías?».
Si, como es probable, la persona agresiva sabe muy bien que su sarcasmo hiere, con esta respuesta le cogerá por sorpresa y no sabrá qué decir. Puede que empiece a soltar bravatas o que intente excusarse. De este modo, se
estará poniendo en evidencia delante de los demás, que es lo último que
desea, se dará cuenta de que usted controla la situación y pondrá fin a
esa actitud.
Supongamos
por un momento que concedemos a la persona sarcástica el beneficio de
la duda y que su ponemos que no se da cuenta del daño que hace con sus
llamadas ocurrencias. En tal caso, sus comentarios llamarán su atención
sobre este hecho y le ayudarán a ir con más cuidado en el futuro a la
hora de elegir sus palabras
estoy de acuerdo de aber mas seguridad para menos biolencia
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